miércoles, 3 de julio de 2013

CADIZ DIRECTO

Irina Sainz Olozábal, trabajadora social

CÁDIZ DIRECTO.- De trato amable y la sonrisa dibujada en su rostro, siempre que le pides un favor te tiende su mano, e intenta ayudarte.
Irina Sainz Olozabal nació en  el Hospital de Mora, en pleno barrio de la Viña, su infancia la paso jugando en la calle Belén, en una época donde la calle era una prolongación de tu casa. Sus veranos en la Caleta, donde cada vecino tenía su sitio en el Balneario de La Palma.
Su familia proveniente de Santander regentó una carbonería, y posteriormente el bar Sainz, de la calle Canovas del Castillo. Llegaron a Cádiz, empezaron como recadistas y terminaron como encargados y dueños de sus propios negocios Durante décadas, las familias cántabras, los chicucos, monopolizaron el negocio de los ultramarinos de esta ciudad de los años 40.
Su bisabuelo fue el conocido José Macías Rete, corista y ganador de numerosos premios en el mundo de Carnaval. Me cuenta la anécdota, que fue el que consiguió que Rodríguez de Valcárcel permitiera de nuevo reanudar los carnavales de Cádiz: trabajaba en la Factoría de Matagorda y tras la posguerra, junto con sus amigos, sé reunían para ensayar, algo que estaba prohibido, sumado a las ideas de izquierdas que tenía. En una Velada de los Ángeles, le pidió permiso al gobernador civil, Carlos María Rodríguez de Valcárcel,  pese a la prohibición de la dictadura, si podían cantarle unos tangos. Y así lo hicieron. , pero todo muy comedido. Un año más tarde Valcárcel autorizó el Carnaval  bajo el nombre de Fiestas Típicas.
Y en este entorno familiar, Irina va tomando conciencia de lo que quiere ser. Y se decidió a estudiar trabajo social. Hasta llegar a su puesto de interina en la Delegación de Asuntos Sociales del Ayuntamiento de Cádiz, ha desarrollado su vocación en distintas asociaciones como en INYPROS, una asociación de integración y promoción social de Cádiz, que interviene en el ámbito de las drogodependencias y los problemas derivados de las mismas. Y en EQUA, entidad que trabaja con y para que las personas con discapacidad intelectual desarrollen un proyecto de vida lo más normalizado posible en los entornos en los que se encuentran, persiguiendo, la igualdad de oportunidades.
Fue la primera trabajadora social de una Cofradía en Cádiz, cuando la Archicofradía de La Palma, a la que está estrechamente unida, le pido su ayuda para prestar esta asistencia a sus hermanos, en un programa pionero que se puso en marcha, dentro de su obra social, para todas aquellas personas del barrio de la Viña que necesitasen de este servicio de ayuda.
Le ha sido difícil adaptarse a su trabajo en la delegación de servicios sociales, donde se sufre una gran presión emocional por las circunstancias que tienen que tratar a diario, y mas en esta época, sino fuera una vocación mas que una profesión sería insoportable, me explica. El mundo mueve emociones positivas, y hay que ser vulnerable a la gente que no tiene capacidad de mejora, como los mayores, y los discapacitados; mención aparte, los abusos, aquí se le endurece el rostro, me mira seriamente y me dice: que los hay, y mucho.
Es necesaria la cohesión de las instituciones y asociaciones para conseguir objetivos. Esta orgullosa de los programas que realiza dentro de su Delegación, ya que considera que el Ayuntamiento ha sido pionero y referente para otras localidades, en programas como el plan concertado que regula las prestaciones, y la ley de dependencia. La ayuda a domicilio, la atención a menores y a personas en riesgo de exclusión social,  son algunos de los ejes en torno a los que gira su trabajo en esta Delegación.
Esta es Irina, una joven gaditana, trabajadora social con ganas de cambiar el mundo, que no a las personas. Amante del campo, y de los instantes, como se define así misma.

(cadizdirecto.com 03/07/2013)